Causas
La aparición de estos pólipos suele estar relacionada con los desequilibrios hormonales, con un exceso de estrógenos. Esto se debe a fluctuaciones en las hormonas, el uso de medicamentos hormonales, la edad o la inflamación crónica del útero.
Factores de riesgo
Cualquier mujer puede desarrollar pólipos en el endometrio, pero lo cierto es que hay factores que aumentan las posibilidades de que aparezcan.
Entre ellos está la menopausia, la obesidad (puede tener influencia en los niveles hormonales), el uso prolongado de tratamientos hormonales o la hipertensión arterial.
Síntomas
En muchas ocasiones los pólipos uterinos no producen síntomas. Cuando sí se dan, la mujer nota un sangrado menstrual que no es regular, sangrado entre periodos, la aparición del sangrado después de la menopausia o infertilidad.
Pruebas de detección
Los ginecólogos hacen varias pruebas que les permiten ver estos pólipos, como la ecografía transvaginal, la histeroscopia o la biopsia. El objetivo es ver si los pólipos son cancerosos o pueden serlo en un futuro.
¿Qué diferencia hay entre un pólipo y un mioma?
Ambos son crecimientos benignos dentro del útero. La diferencia principal es que los pólipos los forma el tejido endometrial, mientras que los miomas están formados por tejido muscular.
Además, los miomas son más grandes, de manera que dan síntomas más intensos como el dolor en la pelvis o la sensación de que algo está presionando el abdomen.
¿Cuándo debo acudir a mi médico?
Aunque los pólipos en el endometrio no suelen dar síntomas específicos, hay que ir al médico, de inmediato, si hay un sangrado menstrual irregular o si se sangra tras la menopausia.
También si existe un dolor en la pelvis que no se va o si se intenta concebir y es imposible pese al paso del tiempo.
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¿Qué tipos de pólipos uterinos existen?
Se clasifican según el tamaño y las características. Los más comunes son los endometriales, los cervicales (menos frecuentes que los anteriores y formados en el cuello del útero) y los hiperplásicos.
Los últimos son los peores, puesto que tienen más riesgo de provocar un cáncer por su crecimiento anormal.
Tratamientos para los pólipos en el útero
Existen varios tratamientos que dependen, sobre todo, del tamaño del pólipo. Por eso, en muchas ocasiones se opta por un enfoque conservador que consiste en observarlos sin hacer nada más.
Si son más grandes se puede dar medicación hormonal que los reduce, mientras que la cirugía se reserva para aquellos pólipos que son sospechosos de ser cancerosos o producen síntomas.
¿Cómo es la cirugía?
Casi siempre se hace una cirugía ambulatoria, lo que significa que la mujer se va a casa un rato después de terminar.
Lo normal es que se opte por la histeroscopia. En ella, se introduce un histeroscopio en el útero, con el cual el ginecólogo visualiza el pólipo y lo puede eliminar.
¿Pueden surgir complicaciones?
Como en cualquier otro procedimiento médico, en la cirugía para extirpar los pólipos pueden surgir complicaciones, aunque es muy segura.
Las más habituales son la infección, el sangrado excesivo o el daño al tejido uterino que hay cerca del pólipo.
Pese a los riesgos, que son muy bajos, lo mejor es extirpar los pólipos uterinos si el ginecólogo lo recomienda, pues solo lo hará cuando sean un peligro para la salud de la paciente.