Síntomas y diagnóstico
Los diversos cánceres ginecológicos suelen tener unos síntomas frecuentes, los cuales aparecen dependiendo de la clase de cáncer y sobre todo de su estado.
Así, las mujeres suelen acudir a su médico por el sangrado anormal fuera de los periodos menstruales, lo cual es una señal de alerta que no hay que obviar.
Otro de los problemas tiene que ver con el dolor abdominal o la hinchazón constante de la zona, y también con los cambios en los hábitos urinarios o intestinales.
Por último, otras mujeres experimentan dolor en las relaciones sexuales, el cual nunca había aparecido.
Factores de riesgo
Aunque cualquier mujer puede padecer un cáncer de este tipo a lo largo de su vida, lo cierto es que hay una serie de factores de riesgo que hacen que esté más predispuesta.
Como siempre, la edad es uno de los aspectos fundamentales. Es más normal que una mujer de edad avanzada tenga esta enfermedad que el que la sufra una mujer joven.
Por supuesto, también influye la historia familiar, así que si la madre, la tía, la abuela, etc., han tenido este cáncer, sus descendientes podrán sufrirlo en mayor medida, es decir, que sus posibilidades de desarrollarlo es más alta.
Estar infectada por el virus del papiloma humano es otro factor de riesgo, del mismo modo que la obesidad y el sedentarismo también predisponen a tener un cáncer.
Tipos de cáncer ginecológico
La oncología ginecológica conoce varios tipos de cáncer, ante los cuales hay que actuar de inmediato.
Uno de ellos es el de ovario, que es uno de los peores, ya que sus síntomas son muy inespecíficos. De esa forma, la mujer va al médico cuando ya está muy avanzado.
El de cuello uterino está relacionado con el virus del papiloma y se puede prevenir, casi siempre, mediante la vacuna y la realización de pruebas específicas.
Las mujeres posmenopáusicas son las que más sufren el cáncer de útero, al que se conoce como cáncer endometrial.
También existe el cáncer de vulva y de vagina. Por suerte, estos son poco frecuentes, pero como cualquier otro cáncer, hay que actuar de inmediato en cuanto se detecta.
Medidas de prevención
Aquí hay que aclarar que las medidas lo que hacen es reducir el riesgo de padecer un cáncer, pero nunca lo evitan al 100 %.
Con la vacuna del VHP (virus del papiloma), baja mucho la posibilidad de tener cáncer de cuello uterino. Del mismo modo, los chequeos regulares ayudan, puesto que a veces se notan anomalías que pueden derivar en un cáncer si no se tratan.
Llevar una vida saludable también reduce la posibilidad de padecer cáncer. De esa forma, conviene tener un peso adecuado y dejar a un lado el consumo de alcohol y tabaco.
En cuanto a los anticonceptivos, siempre hay que usarlos bajo supervisión médica. De otra forma, llegan a ser muy peligrosos.
Pruebas para detectar un cáncer ginecológico
Si el ginecólogo sospecha que una paciente puede tener cáncer, enseguida pedirá una serie de pruebas. Como siempre ocurre, estas se harán antes con un seguro privado de salud.
La prueba conocida con el nombre de papanicolaou es una de las primeras que se pide, pues con ella se detectan células anormales en el cuello uterino. También se suele solicitar la colposcopia, con la cual se ve en detalle el cuello uterino.
Otra es la ecografía transvaginal, pues con ella se ven muy bien los ovarios y también el útero. Si se distinguen áreas sospechosas, el ginecólogo puede solicitar una biopsia, con la cual se confirma la presencia de cáncer.
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Tratamiento
Hay varios tratamientos, que se escogen en función del cáncer y del estado en el que se encuentra este.
Tanto la quimioterapia como la radioterapia son muy conocidas. La primera usa fármacos con el fin de terminar con las células cancerosas, mientras que la segunda hace uso de la radiación.
Ya existen lo que se denominan terapias dirigidas, tratamientos que atacan a las células cancerosas, sin causar daño al resto.
Por último, no es raro que en la oncología ginecológica se use la cirugía. Con ella, se quitan los tumores o los tejidos afectados.